Debemos entender el crecimiento de los niños
para comprender como se comporta su apetito.
Normalmente los bebés menores de 1 año gozan
de un buen apetito, pues su crecimiento es muy acelerado, conforme se acercan a
los 2 años de vida, la velocidad de crecimiento disminuye y por tanto los
requerimientos nutricios también.
Al introducir la alimentación sólida el niño
no necesita ser alimentado con tanta frecuencia como lo hacia previo a la
ablactación, el recibir una alimentación equilibrada y sana garantizará un
crecimiento y desarrollo adecuado de tu hijo.
Otro factor que influye en el apetito de los
niños es la independencia que les da la marcha y la incesante necesidad de
descubrir el mundo que los rodea, su atención es fácilmente alterable por todos
los sucesos del medio por lo que fijar su atención al momento de los alimentos
puede resultar complicado.
La hora de los alimentos debe ser un momento
apropiado para la socialización, el diálogo y la relación afectiva con el niño.
Por tanto es importante crear una atmósfera agradable, de charla e intercambio.
La hora de la comida no debe ser el momento para observar televisión, leer el
periódico, o discutir sobre los problemas familiares. No debemos regañar a
nuestros hijos por no querer comer, cuando se produce tensión y disgusto,
podemos llegar a crear un niño inapetente, sólo por nuestra actitud negativa de
gritos, ademanes bruscos o impositivos.
Hay que tener en cuenta que en estas edades
el niño es un ser muy activo y por tanto debemos servir la comida con mucha
agilidad y motivar al niño para que no se dilate demasiado la hora de la
comida. Es preferible quitarle el plato en un tiempo prudencial que dejarlo
durante horas delante de él.
Otro factor que hay que tener en cuenta es
que el niño en estas edades desarrolla intensamente sus conocimientos a través
de los sentidos. Le gusta verlo y tocarlo todo. Hay que permitir por lo tato
una flexibilidad en cuanto a los hábitos en la alimentación para que el niño
tome parte activa en la misma pues, tocando los alimentos y jugando con la
cuchara, aprenderá pronto a comer solo.
Incentivándolo para valerse por sí
mismo ante la comida, estamos consiguiendo un interés y apetencia por la misma.
Es importante que se respete un horario fijo para las comidas. Si
se le hace esperar demasiado tiempo o se le da la comida cuando no tiene
hambre, la situación llegará a convertirse en un problema.
El niño pequeño debe hacer cinco comidas al
día y no se le debe permitir comer fuera de las horas asignadas para el
alimento. Por ello evita absolutamente los malos hábitos: nada de galletas, ni
dulces para que el bebé deje de llorar o se entretenga. Si los niños son mayores
y tienen acceso a la cocina, debes vigilar que no cojan lo que ellos quieran
cuando ellos decidan.
El niño debe comer siempre en el sitio
destinado para ello, los niños aprenden imitando actitudes, por lo que las
comidas de tu hijo deben de coincidir con tus horarios de comida. Y debe
aprender que no puede levantarse hasta que no termine de comer.
Procura que tenga una alimentación variada.
No hay que darse por vencido ante el primer “no”; los niños necesitan algo de
tiempo para aceptar un alimento nuevo, hay que tener en cuenta que todos los
sabores son desconocidos para ellos. Si rechaza algo nuevo hay que volver a
presentárselo unos días después y siempre poco a poco, que lo pruebe, luego dos
cucharas, después tres, hasta que llegue el día que coma todo el plato.
Un error frecuente de los padres es ofrecer y
preparar sólo las comidas que saben que le gustan para evitar el conflicto a la
hora de comer. Los padres tienen que decidir lo que debe comer el niño, no al
contrario. Si no lo quiere, no se le debe preparar otro plato y es mejor que no
coma a que él decida lo que va a comer.
Otro error que debemos evitar es transmitirle
nuestros gustos culinarios, no es infrecuente que nuestros hijos coman solo los
alimentos que a nosotros nos gustan y rechacen aquellos que nosotros
rechazamos. Hay que darles de comer de todo, aunque no nos guste comerlo o
prepararlo. Nosotros somos el modelo a imitar y los niños aprenden imitándonos
en todo. Si nunca te ve comer fruta ¿cómo quieres que él la coma?
Es importante también ser comprensivos, si
un niño come una alimentación variada y sana, no pasa nada porque haya algún
alimento que no le guste.
El niño tiene que darse cuenta que está
comiendo, disfrutando del momento, saboreando la comida, dándose cuenta si está
fría o caliente, del olor, color, etc. Por esto no debemos entretenerlo o
engañarlo para alimentarlo.
Es importante que conozcas las porciones
adecuadas para el niño. Si la comida consta de dos platos, modera el primero
para que pueda comerse el segundo.
Si el niño pide repetir, se debe terminar
el plato.
Debes priorizar las reglas en la mesa siendo
la primera que coma una vez logrado esto puedes introducir normas como utilizar
la cuchara, no meter las manos en la comida, sentarse correctamente, no
ensuciar la mesa, cerrar la boca, recoger su plato, etc.
Los alimentos no se deben usar como medios
para premiar o castigar a nuestros hijos: “Sino te comes todo, no saldrás a
jugar” o “Si no ordenas tus juguetes, no hay postre”. El niño debe entender la
comida como un hecho cotidiano y básico y no como una herramienta para
disuadir.
Haz de la hora de la comida un momento
cordial, un momento divertido, permítele intervenir en la preparación de sus
alimentos, elección de frutas y verduras en la tienda, ayudar a poner la mesa,
etc.
Crea alimentos divertidos varía las formas de
las verduras, córtalas de diferentes formas, en palitos por ejemplo, que podrán
mojar en salsas (purés) de colores y texturas diferentes. Corta la fruta en
pequeños trozos y ensártala en un palito a modo de brocheta. Utiliza tu
imaginación para hacer agradable los platos que menos le gustan.
No te enfrentes a un niño que no quiere
comer, él buscará agotar tu paciencia. Trata de decirle pacientemente: “De
acuerdo, no comes en la mesa, pero si tienes hambre dos horas más tarde,
tendrás q esperar a la cena”. Eso sí, no le dejes picotear durante la tarde. Y
deja de lado el tema de la comida para hablar con él de otras cosas.