miércoles, 2 de noviembre de 2011

Obesidad Infantil

La obesidad es una entidad patológica que se caracteriza por un aumento de la masa corporal grasa, dicho en otras palabras es  la excesiva y generalizada acumulación de grasa en el tejido subcutáneo y otros tejidos.


Se manifiesta por un incremento de peso mayor al 20% del peso ideal esperado por la edad, la talla y el sexo.
 

En la actualidad la obesidad constituye un problema de salud pública de alcance mundial. Estudios recientes demuestran que la incidencia y prevalencia de la obesidad han aumentado de manera progresiva durante los últimos seis decenios y de modo alarmante en los últimos 20 años.


México tiene el primer lugar a nivel mundial en obesidad infantil. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud (ENSA) 2006 se encontró que el incremento más alarmante fue en la prevalencia de obesidad en los niños (77%), comparado con las niñas (47%).


La obesidad es una enfermedad crónica, compleja y multifactorial, determinada por la interacción de factores genéticos, biológicos, socioeconómicos, conductuales y ambientales actuando a través de mediadores fisiológicos de ingesta y gasto de energía.


Se ha identificado la participación de 600 genes, marcadores y regiones cromosómicas asociados o ligados a la obesidad, sin embargo la obesidad causada por enfermedades genéticas es infrecuente (sólo 5 %) y cursa con una presentación grave y muy precoz.


Los factores ambientales causantes de la obesidad están ligados al cambio en los hábitos alimentarios y a la disminución de la actividad física. Mientras que los factores biológicos corresponden a algunas enfermedades poco frecuentes como hipotiroidismo, hipercortisolismo, déficit de hormona de crecimiento y daño hipotalámico, entre otras.


Algunos fármacos como los esteroides, los fármacos antipsicóticos y algunos antiepilépticos pueden condicionar obesidad.



Existen durante la infancia varios periodos de riesgo para el desarrollo de la obesidad



Periodo fetal

El sobrepeso y la obesidad materna se asocian con obesidad del hijo en la edad adulta e incluso con sobrepeso ya en la edad infantil

Varios estudios han documentado la asociación entre el tabaquismo durante el embarazo y el sobrepeso en la infancia.

  

Primer Año de Vida

El peso del RN y la alimentación en esta etapa tienen influencia en el exceso de peso durante la infancia y la adolescencia.

Los niños alimentados al seno materno  tienen menos riesgo de desarrollar obesidad que los lactados con fórmulas maternizadas.  Además, el lactante alimentado al seno materno tiene mayor capacidad  de autorregular su alimentación que el que recibe fórmula.

Se demuestra  mayor ganancia ponderal en los lactantes en los que se introduce la alimentación complementaria antes de los 4-6 meses de vida.



Rebote adiposo

Normalmente, la velocidad de crecimiento disminuye a partir del primer año de vida hasta los 5 o 6 años de edad en que aumenta de nuevo. A este aumento se le denomina rebote adiposo, mientras más precoz se presente éste, mayor riesgo de obesidad se tiene


Adolescencia

Supone otra de las etapas de riesgo; la probabilidad de un niño obeso de convertirse en adulto obeso aumenta del 20 % a los 4 años a un 80 % en la adolescencia.





Prevención

 Embarazo

El control nutricional del embarazo exige al menos una consulta especial con valoración del riesgo nutricional, factores genéticos, enfermedades crónicas o recientes, hábitos dietéticos, ingesta de alcohol, tabaquismo, tratamientos que puedan interferir en el aprovechamiento de alguna sustancia nutritiva y situaciones sociales especiales


 

Lactantes

Actualmente hay estudios para valorar el aporte proteico y la composición grasa de las fórmulas, Se recomienda el uso de fórmulas cuyo contenido proteico se encuentre entre el 7-10 % del valor calórico total de la fórmula.


La introducción de la alimentación complementaria se realizará entre el 4-6 mes de vida, evitando su precocidad y  se debe mantener un aporte lácteo equivalente al menos al 50 % del aporte calórico.  Evitando  el exceso de adición de cereales, el consumo de grandes raciones de proteínas (> 30-40 g/ración) y el consumo de jugos comercializados, priorizándose el consumo de fruta entera frente al de jugos naturales.



Preescolar y Escolar

La alimentación debe ser equilibrada, manteniendo una proporción correcta de los diversos nutrientes. El aporte energético debe distribuirse según el ritmo de actividad del niño, por lo que es fundamental realizar un desayuno abundante, evitar las comidas copiosas, que la merienda sea equilibrada y que la cena se ajuste para conseguir un aporte diario completo y variado.


Se aconseja eliminar la grasa visible de las carnes, y limitar el consumo de embutidos. Debe cocinarse con aceite de oliva, evitando la manteca y la margarina, y el exceso de lácteos.

            Hay que fomentar el consumo de azúcares  complejos: legumbres, cereales (pan normal, pasta, arroz y maíz), frutas frescas y enteras, verduras y hortalizas crudas o cocidas, tubérculos, y disminuir el consumo de los refinados: jugos no naturales y refrescos y adición de azúcar.



Adolescencia

Durante la pubertad tienen lugar cambios significativos en el crecimiento lineal y en la composición corporal. En ambos sexos, la obesidad se ha asociado con un incremento en la grasa troncal, aunque en varios estudios se ha encontrado especial relación entre una maduración puberal temprana de las mujeres y un mayor depósito de grasa central. En esta etapa no se requieren aportes extra, salvo de algunos nutrientes como el calcio, el hierro, el zinc y la gran mayoría de vitaminas.



Actividad Física

En la prevención de la obesidad, el objetivo es conseguir una actividad física que permita mantener un peso adecuado. En el momento actual continúa el debate para determinar la actividad (intensidad, duración y frecuencia) necesaria para mantener el peso aunque, la mayoría de los autores señalan 25-30 min diarios de actividad moderada (aeróbica), durante 6-7 días a la semana.
 

Los niños deben acostumbrarse a incorporar el ejercicio a las actividades de ocio, a programar actividades para el fin de semana, y evitar el sedentarismo. Es necesario controlar el mal uso o abuso de televisión, internet, videojuegos, telefonía móvil, desaconsejando la existencia de estos aparatos en la habitación y reduciendo el número de ellos en el hogar.

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